Como se siente padeceransiedad grave y depresion?
Por que existe un gran estigma en torno a su tratamiento?
En el otono de 1985, vivia una vida bastante feliz.
Nos mudamos a una acogedora casita de una habitacion en Queen Anne Hill con vista al lago Union.
Los oidos me zumbaban, tenia espasmos musculares en las piernas y se me cerraba la garganta.
Y lo que fue peor aun: no sabia donde estaba y ni siquiera quien era.
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Llevame al hospital!, exigi.
Estamos en un lugar nuevo, dijo, haciendo el papel de un terapeuta.
Es normal que a veces sientas miedo.
Con el a mi lado, me di vueltas en la cama hasta el amanecer.
Deje de tomarlo de inmediato.
Mi madre, una catolica devota, casi me grito por telefono: Has perdido el control!
No has ido a la iglesia lo suficiente!.
Mi padre, un cirujano, dijo que yo era demasiado inteligente para necesitar un terapeuta.
Mi esposo no siempre dio las respuestas que yo deseaba escuchar.
Y por eso a fines de enero de 1986 hui al hogar de mis padres en Phoenix.
Regrese a Seattle y comence un tratamiento con un psiquiatra holandes amable y compasivo llamado Johan Verhulst.
Seria mi secreto, mi lucha escondida, por los proximos 30 anos.
Debido a que mantuve oculta mi enfermedad, me senti tremendamente distanciada y avergonzada.
No tenia ni idea de que no era la unica con este desasosiego.
Quince millones de personas en EE.UU.
viven con depresion mayor; 42 millones padecen trastornos de ansiedad.
Para mi, recobrar la salud fue un proceso dificil y gradual.
Por meses, mis sintomas iban y venian como mareas perniciosas.
Estaba atontada, insensible y desanimada.
Para vivir sin la angustia, valia la pena padecer los efectos secundarios.