Hacia apenas una semana que habia estado en Nueva York cuando me avisan que necesitaban medicos.

Era mi momento de hacer algo por esta ciudad que enfrentaba la amenaza de la pandemia de laCOVID-19.

Pero tengo que ser bien franco.

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Era abrumador ver a tantos enfermos tosiendo y nosotros tratando deentender los sintomasde una enfermedad que no conocemos bien.

La presion no daba tregua.

Dr. Jaime Salas Rushford en Times Square

Tuve muchos colegas que terminaron enfermos y entubados a causa de las complicaciones respiratorias del virus.

Los turnos de 12 horas se convirtieron en 14, en 18 horas.

Si nos dieron equipo de proteccion, pero no era que tuvieramos una mascarilla todos los dias.

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El primer dia nos dieron una y nos tenia que durar una semana.

Psicologicamente tenias una preocupacion mas: que no se te podia danar la mascarilla.

Elhospitalno daba abasto con los casos.

Fachada del Coney Island Hospital

La carpa gigante que se instalo afuera funcionaba igual a una operacion militar.

Entre ellos, muchos adultos mayores residentes de hogares de ancianos y centros de cuidado en Nueva York.

Escuche cuanta excusa era posible para no recibirlos.

Carpas afuera del Coney Island Hospital

Otros entraban solos al hospital, permanecian alli solos y morian solos.

Esa soledad influyo mucho.

Vi tambien que mas del 70% de los pacientes contagiados con la COVID-19 pertenecian apoblaciones de minorias.

Dr. Jaime Salas Rushford

Latinoamericanos, asiaticos, rusos, checoslovacos, de la India.

Ella solo queria que su hijo comiera.

Esa es la otra cara de esta enfermedad.

Interior de una carpa en el Coney Island Hospital

Todos hemos vivido y vamos a vivir los estragos de este virus.